(traducción al castellano de mi articulo de hoy en el Diari Ara (original en catalán aquí)
En
otras circunstancias, el segundo día de la Cumbre de la Tierra sería un
día de carreras, reuniones y negociaciones de último momento. No ha sido así. En
el pabellón exclusivo de las delegaciones oficiales, donde el ministro
Arias Cañete nos ha dado su punto de vista, no ha habido prisas. La
única fecha clara es el 2015, es necesario redefinir los Objetivos del
Milenio e integrarlos con otros nuevos de desarrollo sostenible. Una oportunidad para poner cifras a la declaración genérica de Río +20. La gente ya está trabajando en ello.No
nos equivoquemos, una cumbre sin acuerdo era deseada por muchos que no
están aquí o que están para defender intereses particulares, para los
que la equidad y la supervivencia a largo plazo no tienen ningún
interés. Los que están haciendo el agosto con la prima de riesgo, moviendo capitales y viviendo de subsidios obsoletos. Han ganado tiempo, pero no han ganado una batalla que tienen perdida.Río +20 permite seguir avanzando en el camino emprendido en Estocolmo en los años 70. No saltamos, pero no retrocedemos ni un palmo. Victoria pírrica, ciertamente, pero no derrota. Por
otra parte, la corriente profunda a escala local, subnacional y social
está consolidada, por eso salen tantas veces citados en la declaración. Hoy,
mientras los negociadores no tienen trabajo, el Consejo Internacional
de Gobiernos Locales lanza una iniciativa muy ambiciosa para impulsar
las ciudades resilientes y eficientes. Lo ha hecho también el C-40, una asociación de grandes ciudades presidida por el alcalde de Nueva York. Los
partenariados público-privados exploran vías para desarrollar
proyectos, los gobiernos subnacionales acuerdan actuaciones con el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Me
complace constatar que Barcelona y Cataluña siguen siendo miembros
activos de estas iniciativas, manteniendo una línea de acción de país.El
presidente de Corea del Sur decía en el plenario que ya le estaba bien
el acuerdo, pero que su país había decidido que el modelo de desarrollo
se basaba en la economía verde y de bajas emisiones de carbono. Y que les está yendo muy bien. Los que salgan de Río pensando que saldremos de la crisis con más ladrillo se vuelven a equivocar. Muchos de los que han firmado el acuerdo de mínimos de Río +20 están dispuestos a ir más allá. La Unión Europea es uno. Ahora
que pedimos más Europa, no miremos sólo como van las finanzas, y veamos
cómo nos alineamos con las políticas de crecimiento, que son verdes. ¿A quién decepciona más esta perspectiva?
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